Greenpeace nació en 1971 de una forma casi espontánea. Un grupo de activistas antinucleares canadienses, algunos cuáqueros y objetores de conciencia estadounidenses que se habían refugiado en Canadá para no participar en la guerra de Vietnam, formaron una pequeña organización llamada "Don't make a wave" ("No hagas una ola")
Este grupo protestaba contra las pruebas nucleares que los Estados Unidos llevaban a cabo en el archipiélago de Amchitka (Alaska), al norte de Canadá. El nombre del grupo hacía referencia a la posibilidad de que, al ser una zona sísmicamente inestable, las pruebas atómicas que allí se realizaban pudiesen provocar un maremoto.
Después de llevar a cabo otro tipo de iniciativas, decidieron alquilar un viejo pesquero, el "Phillys Cormack", y viajar con él a la zona donde debía tener lugar la prueba nuclear, para impedir con su presencia física que la bomba fuese detonada. Para este viaje, rebautizaron al barco con un nuevo nombre, que resumía la filosofía del grupo: Greenpeace.
"Queremos paz, y queremos que sea verde", manifestaba uno de los tripulantes a la prensa antes de zarpar de Vancouver (Canadá) para dirigirse a Amchitka, un lugar de gran valor ecológico por las importantes colonias de aves marinas que alberga.
El viaje fue un desastre: los improvisados marineros pasaron la mayor parte del tiempo mareados y las disputas internas por asuntos domésticos fueron frecuentes. Finalmente, el error de no prestar suficiente atención a los trámites burocráticos legales dio la oportunidad a los guardacostas estadounidenses de detener al barco cuando estaba a punto de alcanzar su destino, basándose en el incumplimiento de algunas formalidades menores que la tripulación había pasado por alto. La prueba nuclear no se pudo impedir pero, afortunadamente, no se produjo ningún maremoto.
Como acción directa, la expedición a Amchitka fue un fracaso. Sin embargo, como estrategia de campaña, resultó un éxito extraordinario. Dos periodistas que viajaban a bordo del "Phillys Cormack" transmitían por radio a sus redacciones todos los pormenores del viaje, y el público canadiense, ya de por sí motivado en contra de los ensayos nucleares americanos realizados junto a su país, encontró en el viaje de Greenpeace un catalizador para su protesta.
Alguien estaba haciendo algo para parar las pruebas atómicas. Decenas de miles de manifestantes bloquearon durante días las fronteras entre Canadá y los Estados Unidos, y este último país se vio forzado a anunciar que ésta era la última explosión nuclear que se llevaría a cabo en la zona. Amchitka es desde entonces una reserva ornitológica. Con este viaje Greenpeace aprendió muchas lecciones que ha venido aplicando y desarrollando desde entonces.
En los años que siguieron, distintos grupos independientes, sin ninguna conexión entre sí, tomaron el nombre de Greenpeace en Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia. Por aquel entonces, David McTaggart, un antiguo hombre de negocios canadiense, se había convertido en un navegante inconformista que se rebelaba contra la decisión del gobierno francés de acotar 400 millas de aguas internacionales alrededor del atolón de Moruroa (en el Pacífico) para llevar a cabo sus pruebas nucleares. McTaggart se puso en contacto con el pequeño núcleo de activistas de Greenpeace en Nueva Zelanda y ofreció su velero, el Vega, para viajar a la zona prohibida e intentar impedir las pruebas nucleares previstas para 1972 y 1973. Éste fue el inicio de la campaña de Greenpeace contra las actividades nucleares francesas en el Pacífico. David McTaggart se convirtió en una pieza clave de la organización, y fue el presidente de Greenpeace Internacional desde comienzos de la década de los 80 hasta 1991.
No se puede decir que en los primeros años la colaboración entre los distintos grupos de Greenpeace fuese excelente. La relación entre ellos era más bien conflictiva, centrada en la discusión de cuál era el legítimo propietario del nombre del grupo. Las cosas empeoraron cuando, a partir de 1974, un sector de Greenpeace en EE.UU. y Canadá decidió iniciar la campaña contra la caza comercial de ballenas y, posteriormente, en 1976 contra la matanza de crías de focas en Newfoundland (Terranova, Canadá). La fracción antinuclear consideraba la defensa de los mamíferos marinos como un tema "suave" que debía dejarse para otro tipo de grupos. Estuvo a punto de producirse una escisión.
Mientras en América los conflictos internos debilitaban a Greenpeace, McTaggart, concentrado todavía en su lucha contra las pruebas nucleares francesas en el Pacífico, fundaba Greenpeace en Europa. Las primeras secciones se abrieron en el Reino Unido y en Francia. Pronto se sumó Holanda. La formación de Greenpeace en el viejo continente fue una fuerza determinante que permitió unir a todos los grupos existentes en el mundo bajo ese nombre y crear, en 1978, Greenpeace Internacional, unificando las áreas de campaña y la forma de actuación. Desde entonces, la organización ha evolucionado sin demasiados sobresaltos. Han sido años de experiencias, de aciertos y de errores, en los que la estructura interna y funcionamiento se han ido adaptando al ritmo de crecimiento de la organización, a la expansión geográfica y a la ampliación de los temas de campaña abordados.
Greenpeace es ahora la organización más grande del mundo, con logros muy importantes en su haber y una flota de barcos y activistas que están dispuestos a dar su vida en favor del planeta.
Greenpeace en Argentina
La primera oficina de Greenpeace abierta en un país en vías de desarrollo, Greenpeace Argentina, tuvo que afrontar nuevos retos.
La oficina central de Buenos Aires se inauguró oficialmente el 1 de abril de 1987 (aunque había empezado a trabajar en febrero de 1986), cuando un grupo de voluntarios iniciaron los tramites burocráticos para registrar Greenpeace como Fundación sin fines de lucro.
En un país en el que gran parte de la población tenía y aún tiene que esforzarse por llegar a fin de mes, era importante definir las prioridades y las campañas para que no fuese tildada de demasiado idealista. En consecuencia, se eligió el problema de los residuos tóxicos como motivo central, porque afectaba directamente a la calidad de vida de casi todos los argentinos.
El primer paso fue iniciar un amplio programa de investigación. La información recogida permitió establecer los objetivos principales: lograr que se prohíba la producción, importación, venta y uso de los “doce sucios” (12 compuestos químicos usados en plaguicidas y nocivos para la salud) y presionar a favor de una legislación que ponga coto a los vertidos peligrosos.
En otro frente, el Director de la campaña antinuclear estableció como objetivo bloquear la construcción del depósito nuclear de Gastre, ubicado en la Provincia de Chubut, Patagonia Argentina.
Greenpeace Argentina espera lograr sus fines mediante la presión política, para que se prohíba la importación de residuos nucleares (en Gastre no se almacenarían solo residuos argentinos sino también de otros países), y trabaja asimismo para alertar a la opinión publica sobre los riesgos del basurero nuclear.
Hoy Greenpeace Argentina ha logrado no sólo estos objetivos sino también una larga trayectoria en el marco de la defensa del medio ambiente.
Unite hoy a Greenpeace para proteger y defender activamente el medio ambiente de los atentados y crímenes que se cometen en todo el mundo contra la Naturaleza.
Sumate como socio y sé parte de los más de 2,8 millones de personas que, en todo el mundo comparten con vos su pasión por la protección de nuestro planeta.
Greenpeace es una organización independiente política y económicamente. Por esto Greenpeace no acepta dinero de empresas, gobiernos o partidos políticos. Sólo cuenta con el apoyo de personas como vos. ¡Sumate!
Unite! CLICK AQUÍ!
CAMPAÑAS QUE TE NECESITAN!